Cuando el domingo por la noche empecé a ver las primeras imágenes del programa Salvados, reconocí enseguida el espacio en el que se sentaban a dialogar Felipe González y Artur Mas, bajo la intermediación del ya imprescindible Jordi Evole. Una cafetería modernista con reminiscencias neo-góticas, con todos los elementos de un bar de un barrio, o del casino de un pueblo: sillas de madera y mesas de mármol blanco; suelo hidráulico, al estilo del Ensanche barcelonés; y, un elemento de especial belleza y que destaca sobre todo lo demás: el maravilloso ventanal con vidrieras que preside el salón. Esa cafetería forma parte del centro cívico de Can Deu, situado en un edificio modernista de obligada visita en el barrio de Les Corts.
Me pareció que el equipo de Évole no pudo encontrar mejor lugar para escenificar la fiesta de la conversación serena, relajada, sin corbatas ni atriles; para celebrar, por excepcional, el arte de escuchar y el arte de dialogar. Como escribió aquella noche en twitter Julia Otero, "Aplausos, caballeros".
