Los modelos económicos, en los últimos tiempos, han evolucionado con distintas corrientes cuyas denominaciones han incluido diferentes colores y formas geométricas.
De la
economía verde (aquella economía sostenible, que considera las variables sociales y ambientales); hemos pasado ahora a la economía azul (la
blue economy, un modelo que pretende que la materia prima regrese a la naturaleza); y hemos llegado hasta la
economía circular, un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad, y cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos (agua, energía,…) se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, y reduzca al mínimo la generación de residuos.
Sea verde, azul, o de color magenta, lo cierto es que el sistema lineal de nuestra economía (extracción, fabricación, utilización y eliminación) ha alcanzado sus límites. Hemos agotado gran parte de nuestros recursos naturales y combustibles fósiles. Y para hacer frente a ello, necesitamos, no sólo un nuevo modelo económico, que cierre el ciclo de vida de los productos; sino, también, y sobre todo, un
nuevo modelo de sociedad que consuma de manera diferente, más consciente, más respetuosa.
Con más valores.
Y con un mayor compromiso con el rediseño colectivo de nuestro futuro.