En estos días se puede visitar en Barcelona una exposición sobre la obra de De Chirico, un pintor singular a quien se le atribuye la invención de la llamada "pintura metafísica".
Su enigmática visión de la realidad le llevó a interesarse, entre otros temas, por el mundo de los gladiadores. En uno de sus cuadros, se reflejan los rostros de un grupo de ellos, en actitudes invididuales e inescrutables de ensimismamiento, juntos pero aislados. En la tarjeta que acompañaba al cuadro pude leer: "Es una reflexión melancólica sobre el momento después de la batalla, pasada la furia del combate y aislada ya la mirada de cada uno de los personajes, que, incomunicados, generan una metafísica atmósfera de desarraigo"...
Es imbatible el poder del arte de sintetizar las emociones, y, en este caso, de reflejar, con inquietante exactitud, la alienación que, en última instancia, genera cualquier batalla...