
En 1862, Cerdà pidió licencia para edificar una de las primeras casas en el nuevo distrito del Ensanche barcelonés, y a partir de ahí se originó un proceso que permitió construir una torre lo suficientemente grande como para garantizar el abastecimiento de agua potable en la nueva zona, que iba a ser objeto de urbanización con el flamante Plan Cerdá.
Hoy, un siglo y medio después, en el interior de una de esas manzanas del Ensanche, en la calle Roger de Llúria, sigue encontrándose la Torre de les Aigües, en un patio arbolado, de uso público; y, en verano, ofrece una piscinita de agua dulce de medio metro de profundidad y un pequeño arenal con palas y cubos a los más pequeños de la ciudad...
Una playa a pie de calle.