Cordobita me sigue ofreciendo genuinos momentos en cada visita. Hace unos días entramos en la tienda de colchones de un barrio de la ciudad. Nos atendió su dueño, un digno representante del sector comercio cordobés, con su traje de chaqueta gris, corbata con alfiler dorado y gesto dispuesto a servir con la mejor de sus sonrisas. Al marcharnos, le dijimos, "adiós, gracias", a lo que él contestó, amablemente, "siempre a ustedes".
Estos donosos modales, estas cuidadas y atildadas maneras, me hicieron irme con una sonrisa y con la sensación de haber presenciado una especie de estampa costumbrista, protagonizada por el último representante de una estirpe en extinción...