Ahora que estoy trabajando en un proyecto para América Latina, me ha gustado especialmente leer "La nana y el iceberg" del escritor chileno Ariel Dorfmann. Más allá de ser un retrato sociológico del Chile post-Pinochet con tintes de erotismo, absurdo y comicidad, me ha gustado especialmente cómo, hacia el final de la novela, el personaje central (un joven exiliado a Estados Unidos y desarraigado de su Chile natal), sintetiza lo que significa para él volver a las raíces y sentirse en casa, en la cazuela que le cocina a fuego lento su antigua tata, una anciana indígena cálida e inteligente, que es capaz de volcar en ese guiso, la milenaria sabiduría y el amor que cada uno de nosotros puede identificar, en su respectiva historia personal, con alguna figura femenina que nos acompañó y arropó en nuestra infancia...
martes, 12 de noviembre de 2013
Al abrigo
Ahora que estoy trabajando en un proyecto para América Latina, me ha gustado especialmente leer "La nana y el iceberg" del escritor chileno Ariel Dorfmann. Más allá de ser un retrato sociológico del Chile post-Pinochet con tintes de erotismo, absurdo y comicidad, me ha gustado especialmente cómo, hacia el final de la novela, el personaje central (un joven exiliado a Estados Unidos y desarraigado de su Chile natal), sintetiza lo que significa para él volver a las raíces y sentirse en casa, en la cazuela que le cocina a fuego lento su antigua tata, una anciana indígena cálida e inteligente, que es capaz de volcar en ese guiso, la milenaria sabiduría y el amor que cada uno de nosotros puede identificar, en su respectiva historia personal, con alguna figura femenina que nos acompañó y arropó en nuestra infancia...
