"La nueva escritura consiste en no escribir, la nueva lectura, en no leer. Nuestra relación con el lenguaje ha cambiado". Cuando leí por primera vez las reflexiones del escritor
Kenneth Goldsmith, teórico de la “escritura no creativa”, confieso que me impresionaron. El autor, basa su teoría en su apreciación de que el mundo del arte va muy por delante del de la literatura: "La situación que vivimos es muy parecida a cuando la fotografía usurpó la función a la pintura, que para sobrevivir tuvo que adentrarse por nuevos caminos. El arte se hizo abstracto". De ese modo, ha reinterpretado los conceptos de originalidad y creatividad y afirma haberse convertido en un copista: "no escribo textos originales, copio textos que ya existen". "¿Quién lee los "Cantos" de Pound o el "Ulises" de Joyce? Son libros de los que todo el mundo habla, pero que prácticamente nadie lee. Cuando me di cuenta me pareció una idea genial y me apropié de ella".Y esa apropiación, unida al hecho de que, a su juicio, la vanguardia vive en internet le condujeron a escribir libros como “Soliloquio” (2011), donde transcribió todas las palabras que había pronunciado a lo largo de una semana; o “Día” (2003), que reproduce en su totalidad la masa textual contenida en el New York Times del 1 de septiembre de 2000, anuncios incluidos.
“En un contexto de hiperabundancia textual, carece por completo de sentido infligir nuevos textos al mundo (...). Todos estábamos convencidos de que el mundo iba a convertirse en el imperio de lo visual, un lugar lleno de imágenes; es lo que profetizó Mc-Luhan, pero si miramos a nuestro alrededor lo único que vemos es gente que no para de leer, escribir y textear".
El déficit de atención, como nueva forma de vanguardia...