A corto plazo, la IA puede contribuir al crecimiento económico a través de aplicaciones que aumenten la competitividad de los diferentes sectores económicos; pero el machine learning también puede ser muy pernicioso si no se somete a una serie de límites éticos y a una vigilancia social masiva.
El Parlamento europeo en el año 2017 ya sugirió la posibilidad de designar a una agencia europea para la robótica y la inteligencia artificial que abordara aspectos técnicos, éticos y normativos en ese ámbito. Junto a ello, como defiende Genís Roca, experto en internet y en transformación digital, nos encontramos ante la urgencia de corregir el "hecho digital", mediante una nueva lucha social que exija límites al mal uso de los datos, a los monopolios y a las nuevas posiciones de poder de plataformas globales.
Hace unos días leí una excelente noticia que llegaba desde el Reino Unido: el fundador de Blackstone ha hecho una donación de 150 millones de libras a la Universidad Oxford para financiar un Instituto de Ética en Inteligencia Artíficial y un nuevo Centro de Humanidades que incluirá estudios de inglés, filosofía, música e historia, además de una gran biblioteca. En su opinión, las tecnologías están teniendo un rápido crecimiento y necesitamos que existan estudios humanísticos y filosóficos que complementen a los técnicos y ofrezcan otra mirada.
Hoy, el periódico, hablaba de nosotros...