Ella
Ella es una, tras muchas ellas. Ella son muchos prismas, y aristas, y vértices; y praderas infinitas de esperanzas y de dudas. Sacos de ilusiones maltrechas por el baqueteo del camino. Ella es muchas ellas y muchos nadie.
Alguien podría presumir que la conoce, a ella. Pero a lo sumo conoce sólo una parte, alguna cara de su poliédrica figura, quizá, a lo sumo, alguno intuya la sombra de otra. Otro, quizá, se atribuya el conocimiento total de una de sus esquinas, con todo detalle. O al menos se lo figure.
Algunos, los más íntimos, la miran y creen que la ven toda, que con lo que conocen sus ojos y creen conocer sus mentes, abarcan todo su ser. Algún recién llegado pudiera incluso descubrir algún recóndito rincón que ella le haya ofrecido como un preciado obsequio, reservado a algún elegido, y a través de la observación de ese rincón regalado construya su propia ella, y quizá llegue a creer que es ella.
Los cercanos la conocen bien y por la larga historia que les hace conocerla creen que la abarcan a ella, a toda ella. Alguno, en momentos determinados, sospecha que quizá haya espacios inéditos que, quién sabe cómo, han escapado a su legítimo dominio.
Ella sabe que es ellas, y que cada uno de ellos sólo accede, inexorablemente, a alguna de ellas. Pero ninguno a todas.
Ella misma quizá busca y descubre cada día alguna ella nueva, dentro de ella, y es testigo, a veces indiferente, a veces resignada, de la muerte de alguna de sus ellas. Ella busca conocerlas a todas, por eso las va mostrando a ellos, no a todos, ni a la vez. Y, por supuesto, a ninguno todas ellas.
Y, sin embargo, ella, espera secretamente que alguien de ellos llegue, sortee a todas las ellas, con cuidado y delicadeza para no dañarlas, y recorra ese largo camino para llegar hasta Ella. Y cuando llegue le quite el velo y la mire y la vea en sus ojos. A Ella.