Trabajando en una nueva plataforma de conocimiento sobre los llamados
"territorios inteligentes", he leído y analizado muchos documentos, artículos y reflexiones. Más allá del concepto "
smart", la etiqueta de moda (en demasiadas ocasiones unida exclusivamente a lo tecnológico), la inteligencia territorial reside en aquellos lugares que quieren construir su futuro basándolo en algunos principios, pocos, pero sólidos y estratégicos: la sostenibilidad, la responsabilidad social y ambiental, la buena gobernanza, la gestión del conocimiento... y la colaboración. Ni más ni menos. Territorios que saben que es en el trabajo el red y en el aprendizaje continuo donde surge la llama de la innovación y el progreso. Territorios que
comparten y que incorporan valores éticos.
Y para ello, no se necesita ni un tamaño, ni tecnologías punta, ni un nivel de infraestructuras predeterminado.
Cualquier territorio puede ser un territorio inteligente.
