Del optimismo descontrolado y la euforia que presidieron las fases iniciales de la era digital, hemos pasado a la preocupación o al escepticismo ante aspectos inquietantes como la gestión de nuestros datos digitales, la inteligencia artificial o el impacto que las nuevas plataformas digitales están teniendo en el empleo.Gutiérrez Rubí, por ejemplo, nos invita a preguntarnos si la tecnopolítica transforma en algún punto nuestra concepción de soberanía, y a reclamar, en ese sentido, una mayor rendición de cuentas en un nuevo escenario global en el cual el poder tiende a quedar más difuso...
Como decía Mario Benedetti, "cuando teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas".