Hace unos días tuve la oportunidad de escuchar una
conferencia de Sladjana Mijatovic, experta en economía circular y defensora de ese nuevo modelo que propone cambiar el consumo y acumulación actual, por el reciclaje, la reducción y la reutilización de productos.
Aunque desarrolló su carrera profesional en el ayuntamiento de Amsterdam, trabaja ahora en una empresa privada que está impulsando procesos de construcción sostenible y circular en los Países Bajos, un país, por cierto, que se ha comprometido a tener una economía 100% circular en 2050.
En las hojas que nos distribuyeron a los asistentes, con su biografía, descubrí la historia fascinante de su infancia, y de cómo sus circunstancias la condujeron a trabajar en el ámbito en el que lo hace hoy. Sladjana nació en la antigua Yugoslavia y a la edad de 5 años, cuando la guerra comenzó, se trasladó con su familia a los Países Bajos. Allí vivieron en varios centros de refugiados. En esos centros, la gente no podía trabajar, pero si, durante las largas horas pasadas en comunidad, desarrollar aficiones o
hobbies, construir objetos, transformar cosas, ofrecer servicios o habilidades...
Una escuela singular y desafiante, que, sin duda, jugaría más tarde un papel esencial en su vida profesional. Se formó en temas ambientales y urbanos y decidió aportar el bagaje aprendido en su experiencia vital, personal e intransferible, al desarrollo de nuevos modelos circulares y colaborativos en el país que la acogió.
Menuda lección.
