Siempre que viajo a Roma, la ciudad me arranca sonrisas nada más llegar. Su belleza es tan contundente y sus colores tan acogedores que resulta difícil resistirse a sus legendarios encantos: sus letreros de tipografía icónica (Stazione Termini, Tabacchi..) que me dan la bienvenida colocados en lugares y establecimientos que me recuerdan al cine del neorrealismo italiano; el singular uniforme de los carabinieri; el arrebatador acento italiano; la imponente vista del Coliseo, de Circo Massimo y de sus cipreses seculares vistos desde la terraza de la planta octava de la FAO...
Creo que fue José Ovejero quien escribió que "viajar es como probarse varias vidas para ver cuál te queda mejor".
Y sí, debo admitirlo, Italia siempre me queda de cine...