Hace unos días me compré unos tacones de vértigo. Ideales de la
muerte. Ya sé cómo los combinaré. Ahora sólo me queda saber si sobreviviré a su
estreno. Respiraré hondo, pondré un pie tras el otro y caminaré con
determinación y grandes dosis de sentido del equilibrio.
Haciendo honor a mi
nombre.
Que no se diga.