Llegar desde Unitá a la deslumbrante plaza de Santa Maria Novella. Descubrir, al abrir la ventana de la habitación, la cúpula de Brunelleschi y el campanile de Giotto.
Deambular por la ciudad, admirar el Duomo, atravesar el Ponte Vecchio. Tomar un capuccino en alguna pequeña cafetería alejada de la ruta turística y recordar el tiempo en que viviste en la Toscana.
Subir hasta Piazzale Michelangeno y disfrutar del espectáculo del atardecer sobre la ciudad, cuando los últimos rayos caen sobre el Río Arno y pintan de rosa los palacios, las iglesias y las emociones.
