En el camino hacia la llamada "nueva normalidad" ya nada será igual.
Y en algún caso, aparecen tímidas señales que nos hacen albergar esperanzas en que las cosas pueden cambiar a mejor, por ejemplo en relación con nuestros modelos de ciudad. En el mundo post-pandemia, son ya muchos los alcaldes que han anunciado medidas para que la recuperación de pueblos y ciudades sea sostenible, a largo plazo; y permita el distanciamiento social, a corto plazo, haciendo nuestras ciudades, además, más verdes y menos grises. Nuevos carriles bici en Milán y Ciudad de México; nuevos espacios peatonales en Nueva York y Seattle. Ampliación de aceras y de espacio para paseos en bici y a pie en Londres. Supresión de aparcamientos en superficie en Vancouver. Niños jugando al balón en una calle de Berlín. Una ciudad llena de supermanzanas anunciada por el alcalde de la siempre vanguardista Vitoria.
Sí. Quizá este virus finalmente sea el aliado que necesitaba la, hasta ahora, errática gestión de nuestros espacios públicos; y nos permita soñar con una ciudad que, como diría Salvador Rueda, no esté diseñada para los peatones, sino para los ciudadanos.
