
Ayer tuve la suerte de participar, un año más, en los cursos de verano organizados por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza en la Sede Tecnológica de la Universidad Internacional de Andalucía, en Málaga. Este año el COVID nos hizo celebrar los Cursos en una sede excepcional: el Centro de arte Pompidou de Málaga. Ante unos alumnos bien separados unos de otros, y pertrechados de sus correspondientes mascarillas, hablamos de cómo las soluciones basadas en la naturaleza pueden venir al rescate de muchos de los retos que en estos momentos tenemos planteados como humanidad, especialmente en nuestras ciudades.
A las demandas que ya hacíamos los ciudadanos para contar con variables ambientales más sostenibles, se viene a sumar la urgencia en convertir nuestras ciudades en entornos saludables y seguros, especialmente en tiempos de pandemia.
El prestigioso
Instituto IS Global identifica cinco factores como aquéllos que determinan que una ciudad sea saludable o no: el aire, el ruido, la temperatura, la posibilidad de hacer actividad física y la disponibilidad de espacios verdes.
Está claro: la relación entre salud y medio ambiente es absoluta. Y en el camino hacia esos
modelos de ciudad que necesitamos, más saludables y sostenibles, tal como dijo Bernard Valero, el profesor con quien compartí ayer la sesión, tenemos que hacer que dimita el actual "
urbaniste en chef" de nuestras ciudades, aquí dibujado, y a partir de ahí construir
nuevos modelos de movilidad y espacio público.
Salud!
Camina, escribe, dibuja