"Fue entonces (…) cuando
se derrumbó; cayó en un llanto convulsivo, imparable, hondo, el llanto de lo
auténtico, el que nos recuerda, le dijo ella, cuál es la verdadera esencia del
mundo, todo aquello que sólo registramos en su plenitud cuando recuperamos de
forma imprevista, de golpe, lo más sagrado y emotivo de nuestra existencia, los
primeros años de nuestra vida, lo único que a la larga acaba pareciéndose
verdaderamente nuestro, e intransferible".
"Aire de Dylan”, Enrique Vila-Matas.