A veces sucede, que, cuando menos te lo esperas, la vida te regala un momento mágico.Sucedió esta mañana. Cuando estaba ya pagando para marcharme de la La Nena, un anciano cruzó lentamente la chocolatería y se sentó al piano. Abrió la tapa y empezó a interpretar las más alegres, enérgicas y hermosas melodías. Una sonrisa colectiva se instaló entre todos los allí presentes.Y una certeza compartida: la de sentirse elegidos por la diosa fortuna, para asistir, en aquel preciso momento, al arrebato de la belleza inesperada, desinteresada y sublime.