martes, 14 de abril de 2020

Historia de un tendedero

























Cuatro semanas de confinamiento se cumplen en nuestro país. Una gran cantidad de personas y de organizaciones se han visto obligadas, a las bravas, a entrar en el teletrabajo, sí o sí. Tras la confusión y el caos que experimentaron, en los primeros días, todos aquéllos que no estaban acostumbrados a trabajar virtualmente, todos los sectores que han podido se han acostumbrado a celebrar reuniones por videoconferencia y hemos normalizado ya que se escuche de fondo el llanto de un niño; el sonido de una batidora o de una lavadora; una pelea entre hermanos; un ruido de sillas. Los hijos interrumpen a los padres para preguntarles algo; a los expertos que entrevistan en televisión se les cuela en el ángulo de visión de su salón un tendedero y los hace más humanos y creíbles.

Y así, de repente, como por arte de magia, todo lo que no consiguieron años de lucha por la conciliación y por jornadas laborales más compatibles con la vida familiar, lo ha conseguido a las bravas esta pandemia infame que nos ha recluido a todos en casa y que está causando tanto dolor; pero que, a su vez, nos regala la oportunidad de mirar nuestro estilo de vida bajo una nueva luz.

Conciliación, igualdad de género, motivación, atracción del talento, digitalización , flexibilización, trabajo por objetivos y no por horarios. There we are.





Ladytacones pasea por las calles de la ciudad ajena. Lleva en su bolso un libro, un cuaderno y lápices de colores...

Ladytacones es un cuaderno de bitácoras personal, con crónicas ilustradas sobre la vida en la ciudad, la creatividad, la era digital, la emoción de los pequeños encuentros, y muchas cosas más...

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