Hace unos días, descubrí en una librería de mi barrio un libro suyo que se llama "Entendre el món" ("Entender el mundo"), en el cual el autor conversa con once pensadores contemporáneos entre los que se encuentran Zygmunt Bauman, Saskia Sassen o Jeremy Rifkin. He disfrutado mucho de su lectura, y me he emocionado, especialmente, con algunas de las reflexiones de la entrevista final con George Steiner. En ella, Steiner que contaba en ese momento con ochenta y seis años, confiesa que no tiene miedo a la muerte pero que le espantan terriblemente los hospitales, perder el control, ser una carga. Y hace, al mismo tiempo, un canto a la vida que es, especialmente maravilloso, viniendo de una persona que comienza a ver sus limitaciones y que intuye cerca el final. "Estoy cansado, ya es hora de marchar (...). Pero mientras pueda leer un nuevo libro, escuchar una nueva pieza de música, y ver una nueva obra de arte, la vida todavía es muy muy interesante. Nunca olvide una de las cosas que Nietszsche nos enseñó. Si le interesa una cosa, no importa lo que sea, apasionadamente, no puede pasarle nada porque forma parte de algo que es más grande que usted".
Gracias, maestro.
Gracias, maestros.