Los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fueron aprobados en 2015 por todos los estados miembros de Naciones Unidas para poner fin al hambre y a la pobreza, y avanzar hacia un planeta más sano con mejores oportunidades para todos. Su cumplimiento es complejo, ya que todos ellos son interdependientes y exigen un esfuerzo institucional muy importante para su consecución.
Una serie de científicos, en el marco de la Universidad de Harvard y del MIT, desarrollaron hace algunos años el
"Índice de Progreso Social", que se calcula en función de una serie de indicadores que básicamente miden tres cuestiones básicas: si todos tenemos los elementos básicos para sobrevivir (comida, agua, refugio, seguridad...); si todos contamos con los elementos básicos para una vida mejor (educación, información, salud, medio ambiente sostenible...); y si todos tenemos la oportunidad de mejorar nuestras vidas (derechos, libertad de elección, ausencia de discriminación, acceso al vasto conocimiento existente,,,).
Una de las más importantes evidencias que el último Indice arroja es que el Producto Interior Bruto no es el destino y muestra cómo países con una una buena economía cuentan sin embargo con un desarrollo social muy pobre. En su conferencia
TED-Talk sobre el tema, el experto en el tema Michael Green señala el ejemplo de Rusia, que cuenta con una gran riqueza de recursos naturales, pero tiene grandes desigualdades; o India, que cuenta con un programa espacial y al mismo tiempo con millones de personas sin aseos. Frente a ellos, países como Costa Rica, que han priorizado políticas educativas, sociales y ambientales, están obteniendo un alto progreso social a pesar de contar con un PIB bastante modesto.
Todo ello nos ofrece la esperanza de que los Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden cumplirse, porque contamos con las soluciones. Pero ello pasa por priorizar el bienestar de las personas y cuidar nuestros recursos naturales, y dejar de seguir apostando por el actual modelo de crecimiento exclusivamente económico.
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