Aterrizar temprano en Génova y pasear por la ciudad que apenas despierta. Caminar por el Porto Antico y recordar el esplendor que tuvo la ciudad históricamente como señora del comercio marítimo y de las exploraciones allende los mares. Recorrer Vía Garibaldi y contemplar los palacios que dieron brillo a la ciudad en el siglo XVI. Llegar hasta Piazza Ferrari, y de ahí avanzar por los soportales de Via XX Settembre hasta el Hotel Bristol, cuya escalinata art déco inspiró a Alfred Hitchcock, en una de sus estancias en la ciudad, para el rodaje de su película "Vértigo".
Dejarse sorprender, más allá de su monumentalidad, por el laberinto de callejuelas estrechas y decadentes de la parte antigua de la ciudad, ajenas al tráfico y a las franquicias, y en las cuales decenas de trattorias, cafés minúsculos y pequeñas tiendas "de barrio" de carne, pescado, licores o dulces, regalan al paseante la ilusión de haber llegado a un sitio con personalidad propia, en el que todavía es posible sorprenderse con el hallazgo continuo de lugares particulares, genuinos. Auténticos.
Camina, escribe, dibuja
