En los últimos meses he tenido la oportunidad de colaborar con el programa europeo IUC (International Urban Cooperation), en el marco del cual he podido entrevistar a diferentes personas de ciudades europeas y latinoamericanas participantes en el mismo. Todos los encuentros me dejaron aprendizajes y reflexiones muy interesantes sobre las lecciones aprendidas por estas ciudades, europeas y latinoamericanas, en el marco de la cooperación que han emprendido en los últimos años, en diferentes ámbitos de la gestión urbana sostenible.
Pero quizá las conversaciones que más me conmovieron fueron las que mantuve con representantes de las ciudades de Belfast, en Irlanda; y de Cali, en Colombia. Dos ciudades especialmente golpeadas por la violencia en el pasado reciente, y en contextos muy diferentes; pero que están actualmente inmersas en estimulantes procesos de justicia restaurativa y de gestión post-conflicto.
Al preguntarles sobre el principal valor que habían encontrado en la cooperación que el Programa les permitió establecer, respondieron que IUC había sido especialmente valioso para aquellas ciudades que sienten que no tienen audiencias, pero que gracias a este tipo de cooperación, encuentran a personas y equipos que las escuchan.
Después de todo, añadían, “los aprendizajes que no esperábamos fueron los más impresionantes”...