De todo ello hablamos ayer en un Workshop sobre infraestructuras verdes, un nuevo concepto que está tomando auge como herramienta de mejora tanto de la biodiversidad de las ciudades, como de sus índices de salud: el verde urbano no sólo reduce los efectos de la isla de calor, aumenta la biodiversidad o ejerce el control hídrico, Además, tiene una influencia positiva en varios indicadores generales de salud, y así como en la llamada justicia social, ya que puede reducir los índices de delincuencia y de inseguridad ciudadana. Países como Inglaterra ya han estimado que la provisión de acceso equitativo a un espacio verde de buena calidad, para cada hogar en el país, podría conducir a ahorros anuales de 2.1 billones de libras esterlinas en costos de salud que se podrían evitar.
Tan sencillo.
Tan conveniente para todo y para todos.
Y, sin embargo, ¿por qué tan difícil?