La lucidez de esa reflexión, a mi juicio, reside en que sintetiza, de manera muy nítida, la íntima conexión que existe entre la nueva cultura de la innovación, que insta a conectase a redes globales de conocimiento; y la necesidad de rescatar el conocimiento "implícito" que atesoran las personas y las organizaciones que habitan un determinado territorio. El impulso a lugares de encuentro e intercambio, y a redes en las que se comparta el "saber local".
En un mundo tan hiperconectado y globalizado, no deja de ser revelador que, para avanzar con paso firme, no podamos olvidarnos de mirar hacia lo más cercano.
Hacia el interior.
La geometría, hoy, más que nunca, es variable.