A menudo cuando salgo a caminar, me gusta escuchar podcasts. En alguno de ellos oí hablar del libro "Cromorama", de Ricardo Falcinelli, cuya contraportada plantea al lector preguntas tan fascinantes como "¿Por qué Mondrian nunca emplea el verde y Hitchcock lo usa en abundancia? ¿Por qué tienen más éxito los lápices amarillos? ¿Por qué Flaubert viste de azul a madame Bovary?"... Evidentemente, para encontrar las respuestas, tuve que leerlo.
Entre muchas ideas y reflexiones sobre el color en el ámbito de la pintura, la historia del arte, o la literatura, se cuela también alguna referencia al mundo de mis queridas revistas. Y así, el autor, habla de cómo el primer número de la edición inglesa de Vogue, que salió a la luz en 1916, ya era en parte una revista en color, y por eso se anticipó "de forma asombrosa" a sus competidoras. Y habla de la osadía y brillantez que ello representó en un momento de nuestra historia en el que todos los periódicos eran en blanco y negro, y había una guerra mundial en curso.
Como dijo Goethe en su "Teoría de los colores", "al entrar en contacto con un color determinado, éste se sincroniza de inmediato con el espíritu humano, produciendo un efecto decidido e importante en el estado de ánimo". Ni más ni menos...