A lo largo de esta década ha habido momentos de desánimo, de querer tirar la toalla y abandonar un proyecto que, a todas luces, no avanzaba porque, como ya me advirtió mi director desde el principio, hacer una tesis doctoral a tiempo parcial es enormemente difícil. En el camino, José Emilio me ha acompañado con su generosidad infinita, su sabiduría de raíz profundamente humana, su talento para la prospectiva y las tendencias, su capacidad de análisis, de pensamiento lateral y de geometría variable. Sería interminable relatar todo lo vivido con él y todo lo aprendido a su lado desde que lo conocí en Bruselas, hace muchos años. En una de las primeras conversaciones que tuvimos al iniciar esta aventura investigadora, él me explicó su visión sobre los territorios inteligentes, sobre los que íbamos a investigar y me decía que son aquellos que, independientemente de su dimensión, tamaño o peso económico, tienen voluntad y capacidad de aprender. Y fue a partir de esa idea tan sencilla como poderosa, en torno a la cual construimos la tesis doctoral, que, hoy ya es una realidad.
Personas que son privilegios.
“El asombro es el deseo para el conocimiento”, Santo Tomás de Aquino