Esta semana despedimos a una profesora de nuestros hijos, que se jubilaba tras una larga e intensa carrera al servicio de la escuela y la educación infantil. Tuvimos ocasión de recordar todo lo que las familias, niños, padres y madres, aprendimos a su lado en los años en que fue la maestra de nuestros hijos: de su mano supimos que los niños no se portaban mal, sino que se equivocaban; que todo es un aprendizaje; que compartir es lo mejor de lo mejor; y que en los cuentos están todas las respuestas.
Qué fortuna encontrar maestros en el camino que marquen con bondad y con valores el camino de nuestros niños. Que apliquen el ingenio y el amor a la resolución creativa de conflictos. Y que no cesen en su compromiso con una educación emocional de calidad que siembre semillas de respeto, empatía e ilusión por aprender.
Gracias, Montse. Qué gran suerte la nuestra.