Sucedió hace muchos años. Era
el final del concierto que daban en Córdoba un joven Enrique Urquijo y su
grupo, Los Secretos. Tras varios bises, el público empezó a abandonar el teatro
de la Alcazaba, y allí nos quedamos unos pocos incondicionales atrapados por el
magnetismo de aquellas canciones. Para todos nosotros, Enrique Urquijo salió sólo al escenario, y nos regaló a capella una hermosísima canción, que escuchamos estremecidos
en un silencio sepulcral en mitad de la noche cordobesa.
A lo largo de los años aquel momento ha venido a mi mente en algunas ocasiones, pero nunca había logrado identificar de qué canción se trataba. Hace poco, de manera casual, escuché “Aunque tú no lo sepas”, y supe que, por fin, la había encontrado.
A lo largo de los años aquel momento ha venido a mi mente en algunas ocasiones, pero nunca había logrado identificar de qué canción se trataba. Hace poco, de manera casual, escuché “Aunque tú no lo sepas”, y supe que, por fin, la había encontrado.
Enrique Urquijo murió de una
sobredosis años más tarde y Los Secretos nunca volvieron a ser lo mismo; el
lugar donde la escuché fue remodelado y no es tal como existe en mis
recuerdos; los amigos de aquella época seguimos caminos diferentes y apenas nos
vemos…
Todo es pasado, y, sin
embargo, con apenas unas notas, todo vuelve a estar tan vivo…