"No hay restos arqueológicos de los libros más antiguos de Europa. El papiro es un material perecedero y frágil que no sobrevive en climas húmedos más allá de unos doscientos años. Hoy solo podemos rastrear en los textos griegos las primeras menciones a libros concretos (…). Esa búsqueda me lleva al tránsito del siglo VI al V a.c...".
Imagino a Irene Vallejo rastreando, en un estado hipnótico, y casi febril, la "invención de los libros en el mundo antiguo", subtítulo de su fantástica y enciclopédica obra, "El infinito en un junco", que me ha llevado estos días por Grecia, Alejandría, Éfeso, Roma... Decía Emily Dickinson que "para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro". No está nada mal que uno de ellos nos conduzca hasta los cimientos de nuestra civilización.