El tiempo que vivimos no termina de sorprenderme.
Ayer me enteré de que el gobierno japonés ha creado a principios de este año el Ministerio de la Soledad. Desde que empezó la pandemia los suicidios se han incrementado en el país y también los sentimientos de aislamiento y profunda tristeza entre sus ciudadanos, sobre todo entre los que viven solos. Son tan numerosos que los supermercados cuentan con una sección de raciones individuales, y los restaurantes les reservan lugares específicos (mesas con un solo asiento para los "ohitori-sama", los honorables señores o señoras solos).
La noticia me entristece e, inevitablemente, me lleva a pensar en los universos que crean mis autores japoneses favoritos, Ishiguro, Kawabata, Murakami, o Yoko Ogawa... Escritores que saben recrear atmósferas oníricas, a veces poéticas y otras inquietantes, que, de alguna manera, reflejan un contexto común, en el cual la soledad y el silencio siempre juegan un papel...