
Ayer tuve la oportunidad de escuchar una conferencia de Van Jones, ex-asesor de Obama en medio ambiente. De su discurso vigoroso y seductor, en defensa de un cambio de modelo productivo y energético, supo captar especialmente la atención del auditorio, como siempre suele suceder, el momento en que hizo una referencia personal. Al parecer, cuando Jones consiguió entrar en la prestigiosa y elitista universidad de Yale, su padre, un hombre de color que había crecido en un barrio marginal y de extrema pobreza en la América de los años 50, le dijo que se sentía orgulloso de él, que se convertiría en un tipo elegante y sofisticado, y, al mismo tiempo, le habló de que a su juicio había dos tipos de hombres inteligentes: los que hacían complicadas las cosas simples, para parecer sofisticados; y los que hacían simples las cosas complicadas, para ayudar a los demás. Le pidió que fuera de éstos últimos.
Al parecer, lo consiguió.