Mi abuela se llamaba Cecilia. Yo nací el mismo día que ella, muchos años después. Me encantaba celebrar con ella nuestros santos y nuestros cumpleaños. Mi madre se llama Cecilia. Y yo también.
Como no he tenido niñas, sino niños, supongo que la tradición familiar en torno a este nombre se cierra aquí; pero como el "3" es un número mágico, creo que está muy bien decidido por el universo que sea así, porque ese triángulo nos mantiene unidas a las tres, de manera poderosa e íntima, a las atemporales entrañas de nuestras vidas...
Felicidades, mamá.
Felicidades, allella.