Comprar cuentos en una librería mágica.
Pasear junto a la preciosa hierba verde de Meadows Park.
Contemplar la ciudad desde el Castillo y divisar el portuario barrio de Leith.
Subir a un autobús de dos plantas.
Recorrer la Royal Mile, y descubrir el café donde J.K. Rowling escribió Harry Potter.
Entrar en la catedral de St. Giles acompañados de la música de una gaita y visitar la capilla de la ordel del cardo.
Tomar un late lunch con huevos y bacon en uno de los cafés más antiguos de Escocia.
Visitar el animado mercadillo navideño de Princess Street.
Tomar una pinta en una taberna.
Probar el Irn-Bru.
Conversar con un escocés y escuchar su historia.
Volver a ser un niño visitando el fascinante Museo Nacional de Escocia.
Cenar en un restaurante indio
Regresar a casa en un black cab.
Disfrutar de la compañía de personas muy queridas...
